ELECCIONES NORTEAMERICANAS

29 Nov

 Las elecciones americanas son un tanto peculiares, ya que son una combinación de elecciones directas e indirectas. Desde UEMCom.es se hace una breve introducción sobre el mecanismo electoral estadounidense.

LAURA MAYOZ

Estados Unidos cuenta con un sistema electoral presidencialista, es decir, los ciudadanos eligen directamente quién quieren que sea el presidente. España, en cambio, se rige mediante un sistema parlamentario en el que los votantes eligen a sus representantes.

Los norteamericanos están convocados a elegir una parte de su Congreso o Cámara de representantes (el Congreso de los Diputados en el caso de España) y al Senado (que aunque lleven el mismo nombre, el Senado español tiene distinto sistema electoral).

El sistema de repartición de votos, o adquisición de escaños, en Norteamérica es de carácter mayoritario, y no proporcional. El partido que más votos recibe en un estado es el que se lleva a todos los representantes. Todo lo contrario pasa con el sistema proporcional, en el que los votos se dividen entre el número de representantes, como en el caso de España. En otros países europeos hay una combinación de sistemas, y no tienen por qué ser siempre mayoritarios como ocurre en nuestro país. Teóricamente, los sistemas mayoritarios son más favorecedores del bipartidismo, y los sistemas proporcionales, al multipartidismo.

El ciudadano, en el caso de las elecciones presidenciales, no elige de manera directa al presidente, sino que escoge a unos intermediarios llamados “electores” que son los que eligen al presidente. Es una fórmula de “no elección directa”, pero realmente lo único que esconde es el mantenimiento de una tradición histórica.

Es posible que un partido gane en número de votos pero que no consiga ganar en número de votos electorales. Los votos electorales están repartidos en cada uno de los estados, que llevan un número de tres o cuatro electores en los estados más pequeños, y hasta cuarenta o cincuenta como en el caso de California. Esto significa que hay 538 votos electorales sobre los que hay que ganar y el partido que consiga más de 270 votos, gana las elecciones.

Pongamos como ejemplo que en un estado de 10 millones de votantes 9 millones han elegido al candidato republicano y el demócrata solo ha recibido 1 millón de votos. En el estado de al lado, en cambio, donde hay otros 10 millones de votantes, el partido demócrata vence con 5.500.000 de votos frente a los 4.500.000 de los republicanos. Si hay el mismo número de electores, hubieran empatado; en número de votantes individuales, sin embargo, habría ganado el partido republicano.

Según los expertos, aunque todo sistema democrático tenga sus irregularidades, esta es la fórmula más equilibrada y la que mejor plasma lo que la ciudadanía piensa.

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